dijous, 6 de setembre del 2007

Sir Howard Carceller



Sabaj el-jir,

Si... efectivamente al dia siguiente no encontre un cyber en el que condonar mi deuda... pero en fin, eso es lo que podria denominarse "cosas del directo", no?.

Bien, en esta nueva connexion he decidido hacer un pequenio hincapie de tipo historico, en honor a la travesia efectuada hace un par de dias a uno de los lugares mas bonitos que he pisado en mis estancias por la Tierra Negra: la region de El-Minya, en la que se ubica el yacimiento de Tell el-Amarna, antiguamente llamado Ajetaton. Sin intencion alguna de ofreceros una clase sobre cultura egipcia faraonica (si la quereis podemos llegar a un acuerdo economico) solamente querria ubicaros levemente en el tiempo y el espacio: a mediados del siglo XIV aC un faraon llamado Amenhotep IV decidio culminar de forma sorprendente una suerte de revolucion religiosa, variando el tradicional culto a muchas deidades por una advocacion de tintes monoteistas. Dado que esta "revolucion" debia entraniar un cambio sorprendente en la mentalidad de la epoca, decidio variar tambien el estilo de las representaciones y, esto es vital, buscar un nuevo emplazamiento en el que el nuevo culto pudiese enraizarse sin la contaminacion simbolica de cultos anteriores. Por ello, trato de hallar en la siempre simbolica orografia del pais un lugar en el que fundar una ciudad revestida de un cierto misticismo, un lugar en el que la soledad del desierto otorgase la paz interior que su culto reclamaba. Y ese emplazamiento lo hallo, claramente, en los riscos de la actual Tell el-Amarna.

Hoy en dia poco queda de esa majestuosa capital, salvo sus tumbas reales y unas enormes estelas de demarcacion en las que Ajenaton (tras su cambio de nombre) promete salvaguardar sus fronteras y no abandonar jamas sus limites (eso es amor por la tierra!!). En la foto adjunta podeis apreciar una de esas enormes estelas. Como siempre la foto no hace en absoluto justicia a la realidad, y creedme si os digo que pese a los 800 grados centigrados que debia hacer alli, el taxista hubo de suplicarme que siguieramos nuestra ruta puesto que en ese instante me parecia estar oyendo los susurros de Ajenaton a su bella esposa Nefertiti...